Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA DE LOS INDIOS DE LA NUEVA ESPAÑA



Comentario

Capítulo VIII


349 De el tiempo en que México se fundó, y de la gran riqueza que hay en sus montes y comarca, y de sus calidades, y de otras cosas que hay en esta tierra

350 Entraron a poblar esta tierra los mexicanos, según que por sus libros se halla, y por memorias que tienen en libros muy de ver, de figuras y caracteres muy bien pintadas, las cuales tenían por memoria de sus antigüedades, así como linajes, guerras, vencimientos, y otras muchas cosas de esta calidad dignas de memoria; por los cuales libros se halla, que los mexicanos vinieron a esta Nueva España, contando hasta este presente año de 1540, cuatrocientos cuarenta y ocho años; y ha que se edificó Temistitlan doscientos y cuarenta años; y hasta hoy no se ha podido saber ni averiguar qué gente hayan sido estos mexicanos, ni de a dónde hayan traído origen; lo que por más cierto se tuvo algún tiempo fue que habían venido de un pueblo que se dice Teoculhuacan, que los españoles nombran Culiacán; está este pueblo de México doscientas leguas; mas después que este pueblo de Culiacán se descubrió y conquistó, hállase ser de muy diferente lengua de la que hablan los naturales de México; y demás de la lengua ser otra, tampoco en ella hubo memoria por do se creyese ni aún sospechase haber salido los mexicanos de Culiacán. La lengua de los mexicanos es la de los nauales.

351 México en el tiempo de Moteczuma y cuando los españoles vinieron a ella, estaba toda muy cercada de agua, y desde el año de 1524 siempre ha ido menguando. Entonces por solas tres calzadas podían entrar a México; por la una que es al poniente salían a tierra firme a media legua, porque de esta parte está México cercana a la tierra; por las otras dos calzadas que son al mediodía y al norte, por la que está al mediodía, habían de ir cerca de dos leguas, y por la otra del norte habían de ir una legua hasta salir a tierra firme; de la parte de oriente está cercada toda de agua y no hay calzada ninguna. Estaba México muy fuerte y bien ordenada, porque tenía unas calles de agua anchas y otras calles de casas, una calle de casas, y otra de agua; en la acera de las casas pasaba o iba por medio un callejón o calle angosta, a la cual salían las puertas de las casas. Por las calles de agua iban muchas puentes que atravesaban de una parte a otra. Demás de esto tenía sus plazas y patios delante de los templos del demonio y de las casas del señor. Había en México muchas acales o barcas para servicio de las casas, y otras muchas de tratantes que venían con bastimientos a la ciudad, y todos los pueblos de la redonda, que están llenos de barcas que nunca cesan de entrar y salir a la ciudad, las cuales eran innumerables. En las calzadas habían puentes que fácilmente se podían alzar; y para guardarse de la parte del agua eran las barcas que digo, que eran sin cuento, porque hervían por el agua y por las calles. Los moradores y gente eran innumerables. Tenía por fortaleza los templos del demonio y las casas de Moteczuma, señor principal, y las de los otros señores, porque todos los señores sujetos a México tenían casas en la ciudad, porque residían mucho en ella, que por gran señor que fuese holgaba de tener palacio a Moteczuma, y si de esto algún señor tenía escensión era sólo el de Tezcuco. Para indios no era poca ni mala su munición, porque tenían muchas casas de varas con sus puntas de pedernal, y muchos arcos y flechas, y sus espadas de palo largas hechas de un palo muy fuerte; engeridas de pedernales acutísimos, que de una cuchillada cortaban cercén el pescuezo de un caballo, y de estos mismos pedernales tenían unos como lanzones. Tenían también muchas hondas, que cuando comenzaban a disparar juntamente las hondas y las flechas y las varas, parecía lluvia muy espesa, y así estaba tan fuerte esta ciudad, que parecía no bastar poder humano para ganarla; porque demás de su fuerza y munición que tenía, era cabeza y señora de toda la tierra, y el señor de ella Moteczuma gloriábase en su silla y en la fortaleza de su ciudad, y en la muchedumbre de sus vasallos; y desde allá enviaba mensajeros por toda la tierra, los cuales eran muy obedecidos y servidos; otros de lejos, oída su potencia y fama, venían con presentes a darle la obediencia; mas contra los que se revelaban o no obedecían sus mandamientos y a sus capitanes, que por muchas partes enviaba, mostrábase muy severo vengador. Nunca se había conocido ni oído en esta tierra señor tan temido y obedecido como Moteczuma, ni nadie así había ennoblecido y fortalecido a México; tanto, que de muy confiado se engañó, porque nunca él ni ningún otro señor de los naturales podían ni pudieran creer que había en el mundo tan bastante poder que pudiese tomar a México; y con esta confianza recibieron en México a los españoles, y los dejaron entrar de paz, y estar en la ciudad diciendo: "cuando los quisiéremos echar de nuestra ciudad y de toda la tierra será en nuestra mano, y cuando los quisiéremos matar los mataremos, que en nuestra voluntad y querer será". Pero Dios entregó la gran ciudad en las manos de lo suyos, por los muy grandes pecados y abominables cosas que en ella se cometían; y también en esto es mucho de notar la industria y ardid inaudito que don Hernando Cortés, marqués del Valle, tuvo en hacer los bergantines para tomar a México, porque sin ellos fuera cosa imposible ganarla según estaba fortalecida. Ciertamente esto que digo, y la determinación que tuvo, y el ánimo que mostró cuando echó los navíos en que había venido, a el través, y después cuando le echaron de México y salió desbaratado, y esos pocos compañeros que le quedaron, todos heridos, no tornar ni arrostrar a la costa por mucho que se lo requerían, y cómo se hubo sagaz y esforzadamente en toda la conquista de esta Nueva España, cosas son para le poder poner en el paño de la fama, y para igualar y poner su persona a el parangón con cualquiera de los capitanes y reyes y emperadores antiguos; porque hay tanto que decir de sus proezas y ánimo invencible, que de sólo ello se podía hacer un gran libro. Algunas veces tuve pensamiento de escribir y decir algo de las cosas que hay en esta Nueva España, naturales y criadas en ella, como de las que han venido de Castilla, cómo se han hecho en esta tierra, y veo que aún por falta de tiempo esto va remendado y no pudo salir bien con mi intención en lo comenzado; porque muchas veces me corta el hilo la necesidad y caridad con que soy obligado a socorrer a mis prójimos, a quien soy compelido a consolar cada hora; mas ya que he comenzado, razón será para decir algo de estos montes, que dije ser grandes y ricos. De la grandeza ya está dicho, diremos su riqueza, y de la que hay en ellos, y en los ríos que de ellos salen, que hay mucho oro y plata, y todos los metales y piedras de muchas maneras, en especial turquesas, y otras que acá se dicen chalchihuit; las finas de éstas son esmeraldas. En la costa de estos montes está la Isla de las Perlas, aunque lejos de esta Nueva España, y es una de las grandes riquezas del mundo. Hay también alumbres y pastel, la simiente de lo cual se trajo de Europa, y entre estos montes se hace en extremo muy buena, y se cogen más veces y de más paños, que en ninguna parte de Europa. Hay también mucho brasil y muy bueno.

352 La tierra que alcanzan estas montañas, en especial, lo que llaman Nueva España, o hasta el Golfo Dulce, cierto es preciosísima, y [más] si lo hubieran plantado de plantas que en ella se harían muy bien, como son viñas y olivares; porque estos montes hacen muchos valles y laderas y quebradas en que se harían extremadas viñas y olivares. En esta tierra hay muchas zarzamoras; su fruta es más gruesa que la de Castilla. Hay en muchas partes de estos montes parras bravas muy gruesas, sin se saber quién las haya plantado, las cuales echan muy largas vástigas y cargan de muchos racimos y vienen a se hacer uvas que se comen verdes; y algunos españoles hacen de ellas vinagre, y algunos han hecho vino, aunque ha sido muy poco. Dase en esta tierra mucho algodón y muy bueno. Hay mucho cacao, que la tierra adonde se da el cacao tiene de ser muy buena, y porque este cacao es comida y bebida, y moneda de esta tierra, quiero decir qué cosa es, y cómo se cría.

353 El cacao es una fruta de un árbol mediano, el cual luego como le plantan de su fruto (que son unas almendras casi como las de Castilla), sino que [lo] bien granado es más grueso, en sembrándolo ponen par de él otro árbol que crece en alto, y le va haciendo sombra, y es como madre del cacao; da la fruta en unas mazorcas, con unas tajadas señaladas en ella como melones pequeños; tiene cada mazorca de éstas comúnmente treinta granos o almendras de cacao, poco más o menos; cómese verde desque se comienzan a cuajar las almendras, y es sabroso, y también lo comen seco, y esto, pocos granos y pocas veces; mas lo que más generalmente de él se usa es para moneda y corre por toda la tierra; una carga tiene tres números, vale y suma este número ocho mil, que los indios llaman xicpile, una carga son veinte y cuatro mil almendros o cacaos; a donde se recoge vale la carga cinco o seis pesos de oro, llevándolo la tierra adentro va creciendo el precio, y también sube y baja conforme a el año, porque en buen año multiplica mucho; grandes fríos es causa de haber poco, que es muy delicado. Es este cacao una bebida muy general, que molido y mezclado con maíz y otros semillas también molidas se bebe en toda la tierra y en esto se gasta; en algunas partes lo hacen bien hecho, es bueno, es bueno [sic] y tiénese por muy sustancial bebida.

354 Hállanse en estos montes árboles de pimientas la cual difiere de la de Malacar porque no requema tanto ni es fina; pero es pimienta natural más doncel que la otra. También hay árboles de canela; es más blanca y más gorda. Hay también muchas montañas de árboles de liquidámbar, son hermosos árboles, y mucho de ellos muy altos; tienen la hoja como hoja de yedra; el licor que de ellos sacan llaman los españoles liquidámbar, es suave en olor, y medicinable en virtud, y de precio entre los indios; los indios de la Nueva España mézclanlo con su misma corteza para lo cuajar, que no lo quieren líquido, y hacen unos panes envueltos en unas hojas grandes, usan de ello para olores, y también curan con ellos algunas enfermedades. Hay dos géneros de árboles de que sale y se hace el bálsamo, y de ambos géneros se hace mucha cantidad; del uno género de estos árboles que se llama chiloxuchil hacen el bálsamo los indios y lo hacían antes que los españoles viniesen; éste de los indios es algo más odorífero, y no torna tan prieto como el que hacen los españoles; estos árboles se dan en las riberas de los ríos que salen de estos montes hacia la Mar del Norte, y no a la otra banda, y lo mismo es de los árboles de donde sacan el liquidámbar, y del que los españoles sacan el bálsamo: todos se dan a la parte del norte, aunque los árboles del liquidámbar y del bálsamo de los españoles también los hay en lo alto de los montes. Este bálsamo es precioso, y curan y sanan con él muchas enfermedades; hácese en pocas partes; yo creo que es la causa que aún no han conocido los árboles, en especial aquel chilozuchil que creo que es el mejor, porque está ya experimentado.

355 De género de palmas hay diez o doce especies, las cuales yo he visto, algunas de ellas llevar dátiles; yo creo que si curasen y adobasen serían buenos; los indios como son pobres, lo comen así verdes, sin curarse mucho de los curar. Hállanlas buenas porque las comen con salsa de hambre. Hay cañafístolos bravos, que si los ingeriesen se harían buenos, porque acá se hacen bien los otros árboles de la cañafístola. Este árbol plantaron en la isla Española los frailes menores, primero que otra persona los plantase, y acá en la Nueva España los mismos frailes han plantado casi todos los árboles de fruta, y persuadieron a los españoles para que plantasen ellos también; y enseñaron a mucho a ingerir, lo cual ha sido causa que hay [hoy] muchas y muy buenas huertas, y ha de haber muchas más; porque los españoles visto que la tierra produce ciento por uno de los que en ella plantan, danse mucho a plantar y a ingerir buenas frutas y árboles de estima. También se han hecho palmas de los dátiles que han traído de España, y en muy breve tiempo han venido a dar fruto. Hállase en estas montañas ruiponce, y algunos dicen que hay ruibarbo, mas no está averiguado. Hay otras muchas raíces y yerbas medicinales, con que los indios se curan de diferentes y diversas enfermedades, y tienen experiencia de su virtud. Hay unos árboles medianos que echan unos erizos como los de las castañas, sino que no son tan grandes ni tan ásperos, y de dentro están llenos de grana colorada; son los granos tan grandes como los de la simiente de culantro. Esta grana mezclan los pintores con la otra que dije que es muy buena, que se llama nocheztli, de la cual también hay algunas en los montes. Hay muchos morales y moreras; las moras que dan son muy menudas. Poco tiempo ha que se dan a criar seda; dase muy bien, y en menos tiempo que en España hay mucho aparejo para criar mucha cantidad andando el tiempo; y aunque se comienza ahora, hay personas que sacan trescientas y cuatrocientas libras, y aun me dicen que hay persona que en este año de 1540 sacará mil libras de seda. De la que acá se ha sacado, se ha teñido alguna, y sube en fineza; y metida en colada no desdice por la fineza de las colores. Las mejores colores de esta tierra son, colorado, y azul y amarillo; el amarillo que es de peña es lo mejor. Muchas colores hacen los indios de flores, y cuándo los pintores quieren mudar de pincel de una color en otra, limpian el pincel con la lengua, por ser las colores hechas de zumos de flores.

356 Hay en estas montañas mucha cera y miel, en especial en Campech; dicen que hay allí tanta miel y cera y tan buena como en Safi, que es en África. A este Campech llamaron los españoles a el principio cuando vinieron a esta tierra Yucatán, y de este nombre se llamó esta Nueva España, Yucatán, mas tal nombre no se hallará en todas estas tierras sino que los españoles se engañaron cuando allí allegaron; porque hablando con los indios de aquella costa, a lo que los españoles preguntaban, los indios respondían: "tectetán, tectetán", que quiere decir: "no te entiendo, no te entiendo", los cristianos corrompiendo el vocablo, y no entendiendo lo que los indios decían, dijeron: "Yucatán se llama esta tierra", y lo mismo fue en un cabo que allí hace la tierra, a el cual también llamaron cabo de Catoch; y catoch en aquella lengua quiere decir casa.